En esta entrevista, el director del taller Periodistas cercanos con herramientas poderosas, habla sobre la necesidad de una agenda propia, de las actitudes para ejercer mejor el oficio, y de la distancia que se debe mantener de los poderes políticos y económicos.
Hablar de Gumersindo Lafuente es hablar de uno de los nombres insignes de la innovación periodística y del periodismo digital de Iberoamérica. El periodista español, actual subdirector de eldiario.es y maestro de la FNPI, estuvo en Barranquilla dirigiendo el taller ‘Periodistas cercanos con herramientas poderosas’, organizado por Promigas y la FNPI.
Lafuente, quien compartió con 20 reporteros del Caribe colombiano ideas para lograr un periodismo de mayor factura usando herramientas digitales, no solo centró sus enseñanzas en las nuevas plataformas sino que recordó durante los dos días del taller los valores del buen periodismo.
En esta entrevista, el maestro habla sobre la necesidad de una agenda propia, de cómo los periodistas deben reivindicar a diario su labor y de las actitudes para ejercer mejor el oficio. También de la sana distancia que deben mantener de los poderes políticos y económicos.
Una de sus frases en el taller en Barranquilla con mayor eco fue: “La decencia se demuestra cuando nos equivocamos y en el caso de los periodistas se demuestra rectificando a tiempo y en buena forma”.
¿Cuáles cree deben ser los principios que guíen a un periodista en esta era de ruido informativo y noticias falsas?
Los periodistas tenemos que esforzarnos por trabajar con rigor, por hacer un trabajo que aporte algo de valor a la sociedad en la que vivimos. Es importante el sentido de control de los poderes económicos y políticos.
También es muy importante en este momento el filtrado que podamos hacer, por un lado, de la gran cantidad de información irrelevante y, por otro, de la gran cantidad de información que es falsa. Los periodistas con nuestro trabajo diario tenemos que reivindicar que somos necesarios.
A todo eso le sumo la pimienta del oficio, ese punto de rebeldía cotidiana, que no es hacerle a todo una revolución pero sí tener esa capacidad para hacer las preguntas incómodas, para no dejarse llevar por las primeras impresiones, para tener una curiosidad permanente, para que todo nos pueda llamar la atención y no pensemos que nada es importante.
¿Los medios deben seguir apostándole a la agenda propia cuando cada vez hay más instituciones intentando imponer sus temas?
Estoy totalmente a favor de una agenda propia. Es verdad que hay que conseguir un balance con lo que pasa en las instituciones oficiales. Pero si los medios hoy queremos ser útiles y relevantes debemos procurar manejar una agenda propia, porque de lo contrario acabaremos todos iguales. Claro que los poderes político y económico intentan imponerte su agenda. No es casual. Ellos tienen sus estrategias y equipos.
Esto lo veo como una guerra. Tenemos dos trincheras: los que trabajan en la nuestra y los que trabajan en los gabinetes de comunicación, que son nuestros enemigos. A ellos les pagan y, normalmente, mejor que a nosotros por colocar sus historias. Son tan atractivas que acabamos haciéndolas noticias. Son más los que trabajan en la otra trinchera que los que trabajan en la nuestra, haciendo periodismo. Hay que estar lo suficientemente lejos para que no te manejen ni te controlen.
¿Cuáles han sido sus principales líneas de trabajo desde que asumió la subdirección de eldiario.es?
Eldiario.es era un periodico maduro cuando yo llegué. He intentado aportar en la consolidación de una mayor tensión informativa del última hora, procurar fabricar información a lo largo de todo el día y mejorar los adelantos noticiosos. También tener mejor participación en las redes.
Telegram se ha convertido en un canal clave de relacionamiento con la audiencia para eldiario.es. ¿La consideran hoy por hoy su principal plataforma para gestionar comunidad?
No, es una más. Lo que pasa es que es muy innovadora. Los medios del tamaño de eldiario.es no pueden prescindir de unos cuantos canales básicos: obviamente uno de ellos es la página web, otro es Twitter, otro es Facebook, otro es Instagram, otro es Telegram. Creo que ahora mismo esos son los canales fundamentales.
Tenemos también una revista impresa para estar también en ese formato. Nuestra marca tiene que procurar estar cerca de los lectores en todos sus formatos: en lo virtual, pero también en lo real: organizando encuentros, coloquios, desayunos con el director.
¿Qué perfiles deben tener los periodistas de eldiario.es?
Lógicamente, a la hora de buscar personal para trabajar con nosotros, tenemos en cuenta su formación, pero no solo tenemos muy en cuenta las aptitudes sino las actitudes. Hay que tener una suerte de pasión por el trabajo que hacemos: tener ese nivel de curiosidad necesario para trabajar en periodismo, tener un nivel de sensibilidad y compromiso, y de empatía con las audiencias.
¿En España, como en Colombia, hay una tendencia a contratar periodistas con pregrados distintos a los de las Ciencias de la Comunicación?
Es una tendencia natural que viene dada porque el oficio del periodista siempre ha sido un oficio en el que los intereses son diversos, atendemos a informaciones a veces complejas que obligan a tener especialización.
Sabemos que el acceso al oficio del periodismo ha sido siempre abierto, que las técnicas que utiliza un periodista se pueden aprender ejerciendo el oficio, se pueden obviamente aprender en una universidad. Pero, al mismo tiempo, hemos visto que personas que han estudiado otras disciplinas y tienen un máster de herramientas específicas de periodismo ejercen a veces con ventaja sobre los que estudiaron periodismo.
Me lleva incluso, a mí personalmente, a plantearme si por lo menos como están configurados en España los cursos de periodismo es la mejor manera. Creo que sería mejor estudiar cualquier otra cosa y hacer un máster especializado en técnicas periodísticas. Es una opinión personal que, lógicamente, es muy polémica porque en España tenemos ahora mismo más de 50 facultades de periodismo.
Durante el taller dijo que no estamos atravesando una época de innovación digital sino de disrupción digital. ¿Qué intentó decir con esa distinción?
No estamos en una etapa de transición ni de evolución. La llegada de lo digital al periodismo ha sido una disrupción porque ha cambiado radicalmente el modelo industrial, el modelo de negocio y está impactando de una manera muy profunda los lenguajes que usamos para comunicarnos con el público. Por lo tanto, no ha habido evolución ha habido disrupción.
Estamos en un escenario claramente nuevo. Precisamente, el no reconocimiento de esa realidad es lo que ha puesto en mayores dificultades a la industria de los medios.
¿A eso se refería al decir que para 2007, cuando ya se veía venir lo que ocurriría en los medios con las plataformas digitales, los grandes tomadores de decisiones en España estaban mirando para otro lado?
Claro. Una vez hice un artículo diciendo que estaban jugando al golf. Justo en 2005 fui a dar una conferencia a una reunión de editores de diarios y yo hablaba por la tarde. Por la mañana, estaban todos los consejeros delegados de las principales empresas de España.
Era en una ciudad muy bonita, Santiago de Compostela, y yo estaba encantado: ‘Cuando llegue mi turno -me decía-, ahora que están aquí todos los jefes, se van a enterar’. Y cuando llegué por la tarde y me tocaba hablar no estaban. Pregunté adónde habían ido: ‘A jugar al golf, porque hay un campo muy bonito aquí’, me dijeron. Por eso digo que en vez de estar trabajando en lo que debían estaban jugando al golf.
La apuesta por la innovación periodística ha marcado su experiencia profesional los últimos 20 años. ¿A qué aspectos debe prestarle especial atención un periodista que quiera innovar?
Hay aspectos que tienen que ver con el lenguaje y con la comprensión que hay que emplear en las técnicas de comunicación. Eso tiene que ver con la tecnología que soporta todo lo que hacemos los periodistas, que durante años no le hemos prestado la suficiente atención ni le hemos dado el suficiente apoyo económico.
Luego también está la segmentación de los formatos, de los nuevos canales, de darle valor a esa capacidad de poner a prueba y error, de estar muy pendiente de todo lo nuevo. Es mirar también lo que está haciendo la gente más joven: lo que están haciendo para establecer relaciones, para entretenerse, para divertirse, para estudiar, para buscar viajes, para buscar piso. Eso nos da pistas muy claras que anticipan lo que va a suceder.
¿Qué hacer para lograr emprendimientos periodísticos exitosos?
Hay muchas posibilidades, pero no es fácil. Hay que buscar un nicho. Ese nicho puede ser geográfico, temático o una manera de mirar la realidad. Y en eso intentar ser el mejor.
Si montas un medio convencional, muy parecido a lo que ya existe, pues tus posibilidades de éxito se reducen. Tienes que mirar lo que hay y darte cuenta si eres capaz de hacer algo que sea diferente y útil. Y hacerlo con herramientas y presupuestos que lo hagan posible.
Siempre estamos pensando que todo está inventado y al mismo tiempo nos damos cuenta que hay gente que desmiente esa afirmación porque todo el tiempo hay gente sacando cosas nuevas.
¿Por qué denomina a Soitu.es, medio que usted creó hace 10 años y cerró a menos de dos de estar al aire, como un fracaso exitoso? ¿Qué le enseñó ese fracaso?
En Soitu.es hubo cosas interesantes, como la mezcla de trabajo y tecnología con innovación periodística. Formar una redacción desde cero, seleccionando a periodistas específicamente para hacer parte de este proyecto y que luego en su desarrollo profesional han tenido mucho éxito.
Probar nuevos formatos que eran realmente innovadores, probar nuevas herramientas de información en tiempo real que se acabaron convirtiendo en estándares del resto de los medios. Empezar a utilizar el apoyo de las redes sociales cuando estas redes apenas empezaban a existir y ahora vemos que eso se han convertido en el día a día de los medios.
En realidad la palabra que supuso Soitu fue innovación. Estar en la primera línea de la innovación de periodismo digital a nivel mundial. Ese es el gran valor de ese experimento, que al final nos sirvió a todos los que participamos de él. Nuestros siguientes trabajos se vieron beneficiados de la experiencia de Soitu.
Este artículo fue publicado originalmente por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano