Por Paula Watson
Gustavo Visciarelli es periodista en Mar del Plata desde 1980 y el creador del proyecto Fotos de Familia, aunque siempre remarca que el proyecto pertenece a toda la comunidad marplatense. En el blog Fotos de Familia y a través de la donación de la gente, con el apoyo del diario La Capital, se reunieron más de 12.000 fotos con más de 30 años de antigüedad, fotos que hoy completan la trayectoria de la ciudad y le permiten a Gustavo contar esas historias que durante años permanecieron ocultas, esperando ser descubiertas.
Trabajó en la radio LU9 en los programas «Pasen y Vean» y «Fiebre de sábado por la tarde». Actualmente, trabaja en el diario La Capital y se dedica a realizar notas históricas. No hay mucha información de Gustavo en Internet, ya que cultivó un perfil bajo adrede porque encuentra placer en que los lectores le den más importancia al contenido de la nota y no tanto al periodista. Pero aún en contra de su voluntad, su trayectoria se ha destacado a lo largo de los años en la ciudad. Por eso, hoy se ha tomado su palabra como fuente valiosa para aconsejar a los periodistas que vendrán. En diálogo con Linkeados, Gustavo nos cuenta su mirada desde el lado de la experiencia.
-Hay una frase que a mí me marcó cuando estuve buscando e investigando sobre el tema. Es una frase que dijo Guillermo Bianchi cuando usted presentó el proyecto que estuvo exhibido mucho tiempo en el espacio cultural de empleados de comercio.
—Sí, porque se hicieron muchas exposiciones a partir de eso.
—Sí, una frase que él dijo fue “un hecho cultural que trasciende la mera imagen”, que es una frase simple, pero me marcó la palabra trascender, que va muy de la mano de lo que pasa con la fotografía porque logra eso, trascender y guardar una historia hasta que alguien la agarra y la mira.
—Sí, y va más allá de la imagen, dice un montón de cosas más.
—¿Sí? ¿Como cuáles?
—Genera un montón de historias, de conocimientos, de realidades. Por ejemplo, yo he encontrado un dilema con las fotos de Mar del Plata. Mar del Plata es una comunidad que está enamorada de la Belle Époque. Vos publicás una foto de la Belle Époque y tiene muchos compartidos, muchos comentarios, no siempre favorables. Dicen “mira lo que éramos y mira lo que somos ahora”. Hay mucha comparación y es una comparación que no viene acompañada de un soporte histórico, de un conocimiento histórico. Ni aquella ciudad era tan buena ni esta es tan mala, pero hay una idealización. Y cuando vos compartís fotos que tienen que ver con otras realidades, como la Mar del Plata del trabajo, la Mar del Plata de los inmigrantes, de los picapedreros… ya mucho no les gusta, quieren soñar con la Biarritz Argentina, y fue un eslogan publicitario más que nada. Por eso te digo, hay cosas que trascienden la imagen y también tiene que ver con la forma en que los marplatenses quieren ver su historia. Este blog construyó con imágenes otra historia no conocida de Mar del Plata, una historia que va muy de la mano de los oficios, de los inmigrantes, de los comercios, de los barrios.
—Traje dos imágenes como para evocar el momento en el que usted estuvo trabajando. ¿Más de diez años estuvo trabajando en el proyecto?
—Esto arrancó en 2010 y lo seguimos. Vamos a hacer un relanzamiento en cualquier momento porque la gente siguió mandando fotos.
—Una de las fotos que me impactó mucho fue esta de Ramón Vidal.
—El cartero, uno de los primeros carteros de Mar del Plata. Este hombre vino de España. Vos fijate lo siguiente, vos me decías que trasciende la imagen. Esta es una foto que salió publicada en Caras y Caretas, ilustró un artículo que se llamó “Las cartas del verano”. Cuando nosotros la publicamos empezó a aparecer información, porque otro de los temas del blog son los comentarios que hace la gente, que trascienden lo que vemos en nuestros espacios y empiezan a aportar información. Y aparecieron familiares de este hombre, empiezan a reconstruir su historia. Era español, su destino por mandato familiar era ser cura, entonces tuvo algún tipo de estudio. Vino a Mar del Plata, hizo familia acá, pero como tenía una instrucción superior a la de su época, por ejemplo, le leía las cartas a la gente que no sabía leer. Ramón Vidal, es una foto hermosísima.
—La otra foto es esta, que es más emblemática, por los lobos de Fioravanti.
—La historia de esta foto es tremenda. Los lobos de Fioravanti los construyeron en una cantera y no había documentación conocida de eso. Y los actuales dueños de la cantera encontraron los negativos de cuando construyeron los lobos. Increíble.
—Leí que estuvieron más de ochenta años los negativos en ese lugar guardados.
—Sí, el muchacho que los encontró se llama Alberto Castillo, tiene una compañía de excavaciones. Estaba haciendo unas excavaciones para un arquitecto y le comentó del hallazgo. El arquitecto digitalizó los negativos y como le gusta el proyecto Fotos de Familia, las mandó al proyecto. Y de ahí hubo un trabajo largo para contextualizar todo esto, porque primero te llega la foto y después hay que averiguar toda la historia.
—Gustavo, considerando tu experiencia, ¿cómo era el periodismo y el trabajo en las redacciones antes de la masividad de los medios de comunicación actuales? Hoy en día, los tiempos son mucho más rápidos y el trabajo de darle forma a una noticia es casi al estilo de comida rápida. ¿Qué grandes cambios has percibido y cómo era el proceso antes, cuando quizás el tratamiento de la búsqueda de información era más minucioso y uno se podía dar el tiempo para profundizar en un tema?
—Éramos más y teníamos oportunidades de dedicarnos más a las cosas, más dentro de un equipo de trabajo, más dentro de una redacción. Entonces, el primer impacto negativo de las nuevas tecnologías ha sido abaratar la mano de obra, pero eso también hace descender la calidad. Yo admiro las nuevas tecnologías como herramientas de trabajo, creo que los periodistas no le hemos puesto una barrera crítica a lo que eso significa. Nos hemos enamorado de eso, “ah, este es el periodismo que se viene”, pero por abaratamiento de costos, las empresas suplantan gente con nuevas tecnologías. Entonces, yo cuando empecé haciendo noticias policiales, que lo hice por muchísimos años, teníamos que ir a los lugares del hecho, buscar información, ver el lugar, lo que se llama cubrir la nota. Hoy es imposible hacerlo porque no hay gente. Yo recuerdo que cuando comencé a trabajar en El Atlántico, había una flota de automóviles para ir, un montón de fotógrafos, éramos muchos, se cubría todo. ¿Qué significaba esto? Que yo conocí lugares de la ciudad y gente de la ciudad que no hubiera conocido nunca y que ustedes no van a conocer jamás, realidades, situaciones que se viven en los barrios y que ni siquiera imaginas. Y hoy, con la foto de WhatsApp y navegando un poquito y hablando por teléfono.
—Claro, resolvés y sin necesidad de ir al lugar del hecho.
—Pero te perdés un montón de cosas, perdés el conocimiento. Vos no sabes lo mucho que significa ir al lugar. Te voy a contar algo: yo, por ejemplo, ahora me dedico a escribir muchas notas históricas y muchas veces, aunque hayan pasado 50 o 70 años, voy al lugar donde ocurrieron esos hechos. ¿Por qué? Para tomar contacto con el lugar, aunque haya cambiado totalmente, a ver si quedó algo. Hace poco escribí una nota sobre la casa de Los Jesuitas que está ubicada en el barrio Los Pinares y fui al lugar. No se puede entrar, pero fui a caminar alrededor. Es una costumbre que me quedó, recorrer lugares insólitos para escribir una nota histórica y tener la mirada que te da el lugar. Otro de los cambios de las nuevas tecnologías es el soporte y la densidad que te da la lectoescritura. En el nuevo periodismo hay una tendencia a no escribir y este papel que tiende a desaparecer tiene una contundencia y un poder documental y de producir cosas dentro tuyo que no lo tienen las nuevas tecnologías.
—Y si hablamos de que nadie lee la noticia completa, por lo tanto, si quiero contar una noticia tengo que hacer algo corto, que llame la atención y que tenga un impacto inmediato en el lector porque si no, pasan de largo. Entonces, se busca eso y se olvida todo este proceso.
—Sí, pero yo a los jóvenes me gustaría someterlos a un nuevo desafío.
—¿Cuál?
—Que el lector llegue hasta el final.
—¿Que logre captar eso que hace que el lector lea la nota completa?
—Que es un dato, y que el lector sabe que después viene otro dato y otro dato. Pero después hay otro problema y no hay que desesperarse. Durante las décadas en la sociedad hubo un público lector y un público no lector; el público lector para diario era el que iba a comprar el diario, entonces tenía interés en leer y había gente que no lo hacía. Hoy con las nuevas tecnologías seguís teniendo público lector y no lector, gente que ingresa porque es gratis y es costumbre, y pasa eso: leen un poquito porque siguen siendo no lectores. El problema es ¿cuánto público lector nos va a deparar las nuevas generaciones? Yo escribo artículos largos y compañeros míos también, y son leídos. Nunca van a aparecer entre las más leídas, hay que sacarse ese prejuicio.
—Claro, pero eso viene siguiendo un patrón que antes ya existía.
—Sí, vos cuando te digan “antes se leía más” es mentira. Hay un público lector y otro no lector, eso existió siempre y ahora las nuevas tecnologías reúnen ambos públicos: uno es el que lee el título y el otro es el que lee todo el artículo.
—Hay algo que se reprocha mucho a los medios hoy en día: la constatación de las fuentes de información. Hay muchos casos en los que se publica una noticia relacionada con uno o varios protagonistas sin verificar adecuadamente las fuentes, dando lugar al fenómeno de las Fake News, que afecta mucho a los protagonistas y a los consumidores. ¿Qué opinas de este problema que surge en estos tiempos?
—Siempre ha habido errores, siempre han pasado cosas. Antes de las redes sociales, El País de España publicó una foto del presidente Chávez muerto, y no había muerto. Ahora el tema es la viralización. Creo que después de algunos golpes los medios comenzaron a mostrarse más prudentes. El tema es que las redes sociales han puesto a los medios gráficos al ritmo de la televisión o de la radio. Tenés que estar en el minuto, en el instante con la noticia y eso te va restando tiempo de verificación. Muchas veces se producen estampidas psicóticas con las noticias. Uno de ellos fue el caso Ángeles Rawson, que había mucho hermetismo, se estaba hablando de una detención y bastó que alguien dijera “detuvieron al padrastro” para que todos salieran en efecto dominó “detuvieron al padrastro” y no, era el portero.
Lo dieron por muerto también a Sandro. Tienen que ver mucho con la velocidad histérica que nos están imponiendo las nuevas tecnologías. Ahora viene el problema de la inteligencia artificial, que va a poder hacer una declaración de Milei y no es Milei, un video de Milei y no es Milei. Bueno, hay que ver cómo vamos a resolver eso.
—Sí, es un gran tema de debate hoy en día, porque avanza todo muy rápido y nosotros cada vez estamos más lentos en el manejo de esas herramientas.
—A mí me horroriza que los jóvenes de tu generación van a escribir textos con IA. ¿Y cuál es el problema? Que hay cosas a las que la IA no va a llegar nunca. ¿Cómo va a saber la IA lo que te contaba hoy, cuál es la realidad de la gente del barrio El Martillo? Además, cuando escribís, y vos me dijiste que te gusta escribir, te habrás dado cuenta de que cuando escribís y estás haciendo una nota, te surgen nuevas preguntas y es porque estás pensando. A medida que escribís, estás elaborando. Y eso la IA no te lo va a dar, es más, te va a quitar la capacidad de pensar.
—De redactar y de herramientas que son propias del ejercicio.
—Del ejercicio y del aprendizaje. El aprendizaje de escribir es de toda la vida. Yo trabajé toda la vida en una cosa: en escribir con la menor cantidad de palabras posibles.
—¿Por qué?
—Porque me encanta ese estilo, de poder llegar al lector, de capturarlo, de transmitirle cosas y de resolver situaciones complejas en muy pocas palabras. Eso agiliza y atrapa.
—Qué interesante porque estás hablando de encerrar la idea en pocas palabras, pero no quiere decir por eso que pierda calidad el mensaje.
—Todo lo contrario. Te digo, no es algo que haya inventado yo ni que yo haya llegado a ese nivel. Rodolfo Walsh lo hacía, lo que pasa es que lo hacía bien, no como yo. Hemingway lo hacía, cuando trabajaba en periodismo, García Márquez lo hacía, decía una frase y vos quedabas dando vueltas.
—Va muy de la mano de la literatura en lo que vos estás trabajando.
—Absolutamente, pero es una literatura muy despojada, muy minimalista y sin palabras extrañas. Además, hay que pulir todo un estilo porque el texto periodístico, no estoy hablando de la noticia que es la pirámide invertida, sino de una investigación, un artículo, debe tener una cadencia que también ayuda a que el lector te acompañe y quede capturado. Palabras que sean del mismo registro, que no suenen extrañas y que no suenen, como digo yo, como una baldosa levantada donde vos te tropezás, deben tener una armonía para que te vaya llevando.
—Bueno, volviendo a la IA, la cadencia es algo que nunca va a poder tener, por obvias razones. Nosotros cuando escribimos trasmitimos todo nuestro estado de ánimo, nuestra impronta, nuestros sentimientos.
—Bueno, yo no hace mucho tiempo escribí una historia. Me enteré porque era un dato olvidado, que, en el año 1942 en Mar del Plata, murió un célebre bailarín de tango que había venido de Buenos Aires, José Ovidio Bianquet, y le decían El Cachafaz. Murió de un paro cardíaco después de actuar en un restaurante, y esa fecha quedó instituida como el día nacional del bailarín de tango. En el artículo se sugería que se recordara y que se hiciera una gran milonga callejera, porque El Cachafaz decía que había aprendido a bailar el tango en la vereda. Y bueno, avanzó esa ordenanza y fue aprobada la gran milonga callejera del Cachafaz. Si vos vas a ver ese artículo, tiene un registro que está vinculado más con el mundo del tango, es más, usa palabras lunfardas que están seleccionadas para que pueda entender todo el mundo y que no están puestas entre comillas, porque ponerle comillas es poner la baldosa. Ahora, no es lo mismo escribir sobre un personaje de tango que escribir sobre la quinta de Los Jesuitas; es otra atmósfera y son otros personajes. Entonces una IA no te va a reconocer la atmósfera y los registros que debe tener cada artículo. Pero no sé, no sé cómo va a ser el nuevo periodismo, yo te hablo de las cuestiones del viejo. Y que el público lector, ese que siempre fue un sector de la población, disfruta de esas cosas y te lo comunican. Con el tema de las lecturas hay mucho mito. Yo veo lo que lee y lo que escribe la gente en Facebook y digo… ¿cuándo la escuela fue buena? Viste que te dicen que la escuela de antes era mejor. Muchos no entienden textos, muchos escriben con faltas terribles, entonces hay mucho mito con eso de la formación cultural de antes. Lo que pasa es que hoy con las redes lo que yo llamo el público no lector accede a determinada información porque la tiene en el teléfono, y después hay un gran contenido que atrae a mucha gente que es público no lector y que entra para molestar, para hacer comentarios desastrosos.
—Ah sí, los haters.
—Bueno, ese es un público no lector, que entra para criticar. No lo puedo creer, porque ves una chica que decide posar en bikini y entran para criticarla, increíble. Y bueno, ese no es público lector, ese entra para eso. Quizás siempre existió porque era el tema de la “chusma”, viste, pero ahora tienen un lugar y lo vuelcan.
—Sí, y lo que más poder les da es el anonimato, porque antes la “chusma” tenía que dar la cara y ahora puede hacerlo desde cualquier lado.
—Y sin que tenga ningún motivo.
—Podemos decir que la IA puede dar muchas herramientas, pero nunca va a entender de atmósferas.
—Ni de atmósferas, ni te va a ayudar a pensar, ni a evolucionar. Vos como profesional nunca vas a escribir un poco mejor, porque es una formación de toda la vida. Vos no vas a escribir igual hoy que cuando tengas 50 años; vas a escribir mejor a los 50 años, vas a tener muchos más recursos, porque muchas veces para articular una frase, la das vuelta, buscas otra palabra. Si lo haces con IA no vas a evolucionar nada. Entonces ahí van a salir los mejores, pero los mejores son los que más trabajaron, los que pusieron su talento, su capacidad y se mataron escribiendo.
De todos modos, hay trabajos que yo no podría haber hecho nunca sin internet o que me hubieran tardado años. Fotos de Familia no se podría haber hecho sin internet; la gente nos manda las fotos por correo electrónico, si no, como los viejos historiadores, tendríamos que haber ido casa por casa a buscarlas. Ahora, yo me quedo pensando cuántas personas que no tienen acceso a la tecnología, porque el que tiene fotos antiguas por lo general es una persona mayor y no tiene correos electrónicos y no sabe cómo mandarlas. Así que debe haber miles de fotos aún guardadas en cajas de zapatos.
—¿Hubo una foto que te haya marcado particularmente por la historia detrás? Y ¿cómo surgió el proyecto?
—Yo te decía que siempre me dediqué a los policiales, y un día hubo una reestructuración en el diario y dejé de hacer policiales y comencé a hacer la tapa y demás. Yo creo, no te lo puedo asegurar, que en algún lugar sentí una especie de aburrimiento, una falta de adrenalina, porque el trabajo de policiales es muy dinámico. Creo que eso dio el espacio y las ganas de hacer algo, siempre me gustó la historia o determinada mirada de la historia. No soy historiador; alguien dice por ahí que yo traigo noticias del pasado, y el objetivo es mostrar historias que nos ayuden a entender por qué Mar del Plata es como es, para decir “acá pasó esto y esto y se parece a esto en la actualidad”. Eso es lo que más me gusta, es decir, que siempre tuve alguna aproximación con la historia de la ciudad. Y un día estaba viendo televisión y veo a un historiador hablando que dijo “la historia de las ciudades está en cajas de zapatos” y de ahí surgió la idea, porque yo veía que las fotos de Mar del Plata que se veían siempre tenían un circuito muy acotado, más que nada vinculado con la Belle Époque, con los submarinos alemanes. Entonces hablé en el diario y dije ¿cómo se hace un blog? Y entonces lanzamos eso de pedirle a la gente que mande fotografías. Comenzaron a mandar y cuando llegaban fotos empecé a ver qué era eso. Eso también me llevó a escribir mucho, a leer, a fundamentarme mucho en los comentarios que hacía la gente. No sé si hay una foto, porque hay distintos tipos de fotos, con características de hallazgo histórico. Hay una foto de dos chocolateros griegos vendiendo chocolate Águila en la rambla de madera. Ayer publiqué en Twitter una de un matrimonio en 1921 en Playa Chica. También hay fotos que son obras de arte; hay una de un hombre transportando verduras en camino de tierra frente al Unzué. Pero no te puedo decir, esta es la que más me gusta del proyecto, porque son de distinta naturaleza.
* Este artículo es parte de la edición de JUNIO 2024 del newsletter LINKEADOS de la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad FASTA *
Linkeados, newsletter mensual de la FPyC UFASTA | Junio 2024 – Año 3 – Número N° 13