Por Clara Rojas
¿Quién quiere que yo quiera lo que creo que quiero? (Drexler, 2022, 3m07s).
Las redes sociales nos posibilitan conectarnos. Allí producimos y consumimos información, todo completamente gratis. Pero, ¿es realmente así? Roberto Curri, licenciado en Comunicación Social y asesor en comunicación de empresas, nos comenta sobre fake news y su cristalización gracias al algoritmo de las redes.
“En las redes sociales hay un sesgo de convicción grande, donde yo quiero seguir consumiendo información y contenidos que me ayuden a potenciar la idea que yo previamente ya tenía. Es decir, necesito datos y elementos que me ayuden a corroborar que yo tengo razón. Más allá de que objetivamente o subjetivamente tenga o no razón, yo necesito corroborar eso. Entonces, se producen cosas muy interesantes, se genera como una especie de gran burbuja de filtro donde yo empiezo a ver contenidos que están alineados con los preconceptos, las ideas o posiciones -en caso de la política- , que yo tengo. Empiezo a dejar de poder visibilizar el resto de las opiniones contrarias a las mías”, aseguró.
Según Curri, este proceso se vió muy claramente con el Brexit: la noche anterior a que se realice el referéndum, las personas que estaban a favor de la salida de Reino Unido de la Unión Europea estaban convencidas de que esa votación iba a salir mayoritariamente a favor. Mientras las personas que estaban en contra, esa misma noche estaban completamente convencidas de que mayoritariamente iba a salir en contra. “¿Por qué era eso? Porque si vos les preguntabas ellos te iban a decir que todas las personas con las cuales estaban interactuando estaban en su misma posición, porque ahí el algoritmo lo que estaba haciendo era decirle a las personas «como te gusta eso, yo te voy a mostrar más de esto y voy a dejar de lado todo lo que no te gusta». Ahí se empieza a producir una feroz burbuja de filtro donde solamente permite corroborar mi posición previa. Ya no importa si la información es verdadera o falsa, lo que importa es que me permite a mi volver a constatar que yo tenía razón”.
Además, tiene lugar otra lógica: las empresas de redes sociales compiten por el tiempo de permanencia de los usuarios en sus productos. “[…] ¿Entonces cómo hacen para que usemos su plataforma? Nos dan más de lo que nos gusta y nos quitan lo que no nos gusta. Entonces, en el momento que yo marco mis intereses a través de de los clicks que realizo y de las tendencias que le voy transmitiendo a los buscadores, la plataforma aprende de mí y me muestra más de lo que me gusta para que pase más tiempo de mi día en la plataforma; y si el costo es que circulen noticias falsas, van a ser noticias falsas”, afirmó.
-¿Cuáles crees que son los desafíos que tiene el periodismo ante esta situación?
“[…] Creo que el gran desafío tiene que ver con seguir fortaleciendo el rol institucional que tiene el periodismo en la circulación de la información. Hay un rol institucional muy grande de sostenimiento de la dinámica democrática, nosotros necesitamos información , que esa información sea veraz y que circule para poder tomar decisiones, para tener participación política. Hay ahí un valor muy importante del periodismo y de la información para el sostenimiento democrático”, agregó Curri.
“Un ejemplo que suelo dar con respecto a las fake news es el final de “Batman: El caballero de la noche” donde actúa Heath Ledger. En el final se dice la siguiente frase: «A veces la verdad no es suficiente. A veces la gente merece más. A veces la gente merece que recompensen su fe». Esta idea de que a veces la verdad no es suficiente me parece súper interesante en términos de posverdad y noticias falsas. En el fondo, ¿cuál es el incentivo que una persona tiene para leer una fake news? A veces saben que es una noticia falsa y la consumen igual, y la comparten igual.”