Texto extraído de una exposición realizada por Richard Gingras, Vicepresidente de Google News, en Bagnaia, Italia, el 25 de mayo de 2018 en “Growing Between the Lines”, una conferencia promovida por el “Osservatorio Permanente Giovani-Editori”.
La world wide web cuenta hoy con más de 1.700 millones de sitios. Una explosión de expresión que sobrepasa cualquier cosa que hayamos visto o imaginado jamás.
Transformó cómo nos comunicamos, cómo aprendemos, cómo compramos, cómo vendemos, cómo nos informamos sobre las cuestiones de nuestro tiempo y cómo formamos nuestra opinión sobre ellas. Internet expandió exponencialmente tanto el mercado de las ideas como el mercado de la información. Trajo un valor extraordinario a nuestras sociedades e introdujo nuevos desafíos a nuestras instituciones, a nuestra política y, claro, al propio periodismo.
Internet presenta una pregunta paradójica: ¿cómo pueden las democracias sobrevivir y prosperar en un entorno de libre expresión irrestricta?. Las democracias triunfan gracias a su habilidad de alcanzar consensos entre visiones diferentes. ¿Cómo pueden prosperar las democracias en un ambiente que requiere construir puentes sobre la brecha entre realidades? ¿Cómo podemos cerrar esa brecha con una estructura perdurable de hechos comúnmente aceptados provenientes de fuentes respetadas? Los hechos son tan importantes como la profesión periodística.
Internet redujo dramáticamente las barreras para la publicación. Creó un vasto nuevo mercado informativo, que ofrece exponencialmente más opciones que el mundo impreso. Una riqueza de opciones que desató cambios radicales en el comportamiento de los consumidores.
Pensemos, treinta años atrás, en periódicos como Corriere della Sera, La Stampa o, para el caso, el Providence Journal, donde mi padre mantenía las prensas en funcionamiento. Podríamos pensar que eran como lo es hoy Internet para sus comunidades. No eran interactivas, pero ofrecían toda la información que uno podía necesitar para la vida cotidiana. Sí, las noticias locales, pero también toda la información mundana pero útil que uno pudiera desear, desde resultados deportivos, críticas de películas, recetas a clasificados y mucho más. Mundana, pero inmensamente valiosa como un imán para los anunciantes”, expuso Gingras.
Esto no ha sido bueno para el modelo de negocio de los periódicos. A medida que el comportamiento del consumidor cambió, el modelo de negocio cambió. El ingreso por publicidad generado por clasificados, anuncios de películas, anuncios de supermercados no es lo que era antes. Y era el ingreso que subsidiaba el periodismo serio. Las noticias duras en general nunca han sido una gran atracción para los anunciantes.
También está el caso de algunas compañías de medios que decidieron adquirir o invertir en nuevos negocios digitales. En Australia, NewsCorp es dueña de RealEstate.com, el mayor sitio de anuncios inmobiliarios. En Alemania, Axel Springer posee Stepstone, el mayor sitio de búsquedas laborales. Pero estos negocios están separados, en diferentes cuentas de resultados. Comprensiblemente ya no subsidian la creación de noticias en The Australian o Bild.
En conclusión, el negocio del periodismo cambió. Esto no significa que el periodismo de calidad no puede ser un negocio exitoso. Sin embargo, los modelos que permitirán al periodismo prosperar serán diferentes, y según la visión de algunos, más efectivos que en el pasado.
En los Estados Unidos, hace cuarenta años, los periódicos eran financiados mayormente por la publicidad. Los ingresos por suscripciones eran menores al 5%, más vulnerables a la disrupción que los modelos de la mayoría de los diarios en Europa. Eso ha cambiado. The New York Times cuenta ahora con 2,8 millones de suscriptores digitales, más suscriptores de los que tenían en su edición impresa. Es casi dos tercios de sus ingresos digitales. Su CEO Mark Thompson habla de objetivos mucho más ambiciosos que esos.
El foco en suscripciones y membresías está provocando un cambio saludable en la modalidad de relación entre las organizaciones periodísticas y las comunidades a las que sirven. Algunos sitios de noticias están aprendiendo que la propuesta de valor reside menos en el acceso, bajo la forma de un muro de pago, y más en que los ciudadanos entiendan y apoyen el rol que esa organización cumple en su comunidad. El foco está menos en vender acceso privilegiado a la información y más en buscar un “pago por adelantado” en apoyo a la misión y a los valores que una organización periodística ofrece a su comunidad.
Cuando uno mira los abordajes de Bristol Cable en Bristol, Inglaterra, o De Correspondent en Holanda, o el Texas Tribune en Austin, están involucrando a la comunidad, organizando encuentros, buscando sus opiniones, creando un diálogo con ella para entender mejor sus necesidades y sus preocupaciones.
Es una filosofía a la que Jennifer Brandel de Hearken se refiere como “la democratización del periodismo”. Hearken provee herramientas para estimular la participación de la comunidad de modo que pueda guiar las cuestiones que una organización periodística puede cubrir. Además de involucrar frecuentemente a la comunidad para que aporte también a dicha cobertura.
En Copenhague, Ulrik Haagerup fundó un movimiento basado en el concepto de “periodismo constructivo”. Es una cobertura constructiva de las noticias, ayudar a los ciudadanos a encontrar cómo pensar un asunto, no decirles qué pensar sobre un asunto. Los esfuerzos que han seguido el modelo del “periodismo constructivo” han conseguido un crecimiento impresionante en lectores y una mejora notable en la percepción de confianza por parte de los mismos. Ulrik piensa que debemos repensar cómo el periodismo puede ayudar constructivamente a las sociedades a entender sus desafíos, y también las soluciones posibles.
Otro ejemplo son las iniciativas de Verificación de Datos. En los últimos cuatro años Google ha propiciado el desarrollo de un ecosistema de módulos independientes de verificación de datos. Hoy esos módulos son creados por organizaciones periodísticas, grupos independientes de verificación y la comunidad médica.
Se puede cosechar datos públicos y mostrar su valor, los datos crudos esperan ser transformados en conocimiento. Datos gubernamentales, datos institucionales, una nube de datos públicos que pronto incluirá cerca de 50 mil millones de dispositivos con sensores conectados a Internet.
Gingras compartió su experiencia en la fundación del Trust Project, un esfuerzo de la comunidad periodística global por construir una mejor estructura de confianza, una arquitectura para ayudar al periodismo de calidad a ganar la confianza que merece, que permita a los lectores distinguir la verdad de la ficción, la sabiduría de la habladuría. Se podría desarrollar un modelo consistente que presente la experiencia en el interior de organizaciones periodísticas de calidad, que ayude al lector a comprender por qué tal persona sabe lo que sabe, que permita al lector entender el proceso editorial detrás de ese trabajo.
En un mundo que incluye contenido falso crecientemente sofisticado de fuentes ilegítimas, la procedencia de la información tendrá una importancia creciente. La confiabilidad de una fuente importa. No sería un sello que algún tercero decide que merece una fuente de noticias. Ninguna autoridad individual debería tener ese poder.
Se trata de proveer señales más transparentes, más puntos de información para ayudar a los lectores a tomar decisiones basadas en el conocimiento. Señales que ayuden a motores de búsqueda a entender mejor y priorizar mejor sus resultados. Señales para ayudar a los incontables sistemas algorítmicos que pueblan nuestro consumo de medios.
El otoño pasado, Sally Lehrman y el Trust Project anunciaron su conjunto inicial de indicadores de confianza. Trinity-Mirror, en el Reino Unido, los implementó y obtuvo un 8% de incremento en la confianza de los consumidores. La confianza importa y tiene un valor real, incluyendo un valor económico.
El periodismo, consiste en dar a los ciudadanos las herramientas y la información que necesitan para ser buenos ciudadanos. Satisfacer ese rol requiere una ética, una comprensión de la importancia del rol, de arrojar luz sobre cómo las sociedades funcionan o no funcionan, sobre cómo nuestras instituciones y gobiernos nos brindan servicio o no. El rol de un periodista es ayudarnos a entender nuestro mundo, ayudarnos a entender cómo pensar, sin decirnos qué pensar.
Esto es más importante que nunca en un mundo en el que hay demasiadas “noticias” que pretenden ser periodismo pero no lo son, en un mundo en el que hay políticos que denigran el rol de la prensa y el rol de los periodistas. Nadie que comparta la misión del periodismo, sean organizaciones, plataformas tecnológicas o aspirantes a periodistas, debería asumir que alguien más cumplirá el rol de educar a las sociedades sobre el propósito del periodismo, la importancia de mantener la ética de la profesión y, sobre todo, mantener la confianza de los ciudadanos a los que servimos. Esa responsabilidad está en cada uno de aquellos a los que les importa el futuro del periodismo de calidad en sociedades abiertas.
Fuente. FOPEA