¿Por qué inscribirse en un Taller de Escritura Académica?

Dra. Sabrina Riva y Prof. Victoria Vargas

La escritura es una herramienta fundamental en el ámbito académico, pues es el modo de producir y comunicar conocimiento tanto a la comunidad científica como a la comunidad en general. El desarrollo de esta competencia implica la adquisición de un conjunto de conocimientos, instrumentos y procedimientos, que requieren no solo de una reflexión teórica sobre los fenómenos textuales, sino principalmente un período de aprendizaje eminentemente práctico. Dada la importancia de esta competencia en el ámbito académico y las dificultades que plantea su ejercicio, docentes, investigadores y estudiantes expresan con frecuencia la necesidad de una instancia formativa que les permita desarrollar esta tecnología indispensable.


El Taller de Escritura Académica que dictamos en la Facultad de Humanidades de la UFASTA pretende dar respuesta a esa necesidad, brindando un espacio confortable en donde alumnos y docentes puedan intercambiar conocimiento, reflexionar sobre la propia escritura, fortalecer destrezas y, sobre todo, comprender que ésta no debe abordarse como una tarea automática. Como decía Hebe Uhart, escribir es un proceso que nos enfrenta con los problemas propios de un trabajo artesanal: dudas, dificultades, preguntas, aspectos que pulir y modificar, momentos en los que escribimos y otros en los que no tenemos ganas de hacerlo.

A lo largo del taller, conoceremos las distintas etapas de la escritura, los hábitos relacionados con ella, que quizás tenemos incorporados y debemos matizar o abandonar, y los secretos para poder organizar bien nuestro entorno de trabajo. Además, reflexionaremos sobre los diferentes tipos de textos académicos y exploraremos el costado más creativo de la escritura. La modalidad de la cursada será, por supuesto, a distancia. Esto permitirá el desarrollo de una dinámica de trabajo en conjunto, respetuosa de los distintos tiempos de los participantes, y su seguimiento personalizado. Los estudiantes y el proceso de su escritura, en constante revisión, ampliación, reelaboración y transformación, serán entonces los protagonistas de esta propuesta, a la que hemos denominado Taller de Escritura Académica.

Se llevó a cabo la Clase Inaugural de la Facultad de Humanidades, cuyo tema fue: “Edith Stein, filósofa y modelo de voluntaria”

El pasado lunes 19 de abril, se llevó a cabo vía zoom la clase inaugural de la Facultad de Humanidades. El tema fue: “Edith Stein, filósofa y modelo de voluntaria”. La disertación estuvo a cargo de la Dra. Miriam Ramos Gómez, de la Universidad Católica de Ávila.

En el marco de la clase inaugural, nombramos a Santa Edith Stein (Teresa Benedicta de la Cruz) como Patrona de la Facultad de Humanidades.
Fue una exposición que nos permitió conocer más a esta figura en su faceta de filósofa y especialmente de voluntaria durante la Primera Guerra Mundial. No solo fue motivadora por acercarnos a la vida de nuestra Santa Patrona, sino en particular por advertir que es un ejemplo de los valores que un voluntario (y, en definitiva, cualquier persona que quiera ponerse al servicio de los demás) debe tener: atención a la llamada interior, prontitud en la respuesta, formación, sensibilidad especial hacia los demás, integridad moral, discreción, serenidad y trabajo en equipo.

Los invitamos a ver la conferencia completa en el siguiente link

Santa Edith Stein (Teresa Bendicta de la Cruz), Patrona de la Facultad de Humanidades

Edith Stein (1891-1942) fue una alemana judía, notable filósofa y discípula de Husserl, aunque poco reconocida en el ámbito académico de la época por su condición de mujer y de hebrea, pues su carrera se desarrolló durante el surgimiento y la consolidación del nacionalsocialismo en Alemania. Se convirtió al catolicismo en 1921, luego de un intenso período de estudio y lecturas, animada por la búsqueda de la Verdad. En 1933, ingresó al Carmelo, donde continuó con sus estudios filosóficos alentada por sus superioras; además, ahondó en el conocimiento de la espiritualidad mística guiada por los escritos de Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz. En 1938, fue enviada al Carmelo de Echt en los Países Bajos, para protegerla de la violencia nazi. Sin embargo, en 1940, las tropas de Hitler ocuparon territorio holandés y, en 1942, Edith fue llevada al campo de concentración de Auschwitz, donde murió en una cámara de gas el 9 de agosto de ese año. Fue canonizada por San Juan Pablo II en 1998, como “mártir de amor” y, al año siguiente, fue nombrada Patrona de Europa.

Santa Edith Stein es un ejemplo de vida intelectual, dedicada a la búsqueda de la Verdad. Ahondó en el pensamiento de diversos autores, como Kant, Scheler, Heidegger, el mismo Husserl e incluso puso en un fecundo diálogo el pensamiento de este último y el de Santo Tomás de Aquino, decantándose finalmente por la doctrina tomista. Abordó temáticas cruciales como la filosofía de la naturaleza, la estructura de la persona humana, la relación con el otro desde el concepto de “empatía”, la cuestión del Estado, el rol de la mujer en la sociedad y la igualdad de derechos de ambos sexos, el sentido del sufrimiento atravesado por la imagen de la Cruz, entre otros. En 1917, se doctoró en Filosofía (Universidad de Breslau), con una tesis titulada “Sobre el problema de la empatía”. Obtuvo la distinción “summa cum laude”, algo sumamente raro para una mujer de la época e impensable en el campo de la filosofía.

Además, Edith Stein es ejemplo también de vida espiritual vivida en profundidad, de la mano de sus Maestros del Carmelo: Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz. El estudio de su teología mística la llevó incluso a comprender el valor del sufrimiento y de la Cruz para unirse a Dios. De hecho, así experimentó su propio martirio. En 1939, había pedido a su superiora “ofrecerse en sacrificio al Sagrado Corazón de Jesús por la verdadera paz”, y ese mismo año, en su testamento, imploraba al Señor que le quitara la vida por la paz del mundo y la salvación de los judíos. En consonancia con estas intenciones finales, desarrollaba una teología de la Cruz, derivada del pensamiento del místico carmelita. En su libro póstumo, define “la Ciencia de la Cruz”, como “una verdad bien conocida, la teología de la Cruz, pero una verdad real y operante: como semilla que depositada en el centro del alma crece imprimiendo en ella un sello característico y determinando de tal manera sus actos y omisiones, que por ellos se manifiesta y hace cognoscible”.

Finalmente, no faltó en su vida compromiso activo con los demás. Durante la I Guerra Mundial, detuvo sus actividades académicas para aprender principios básicos de enfermería y ejerció como tal en un hospital militar austríaco. Además, participó de acciones concretas y enérgicas en pos de las causas que consideraba justas, llegando incluso a escribir una carta al Papa Pío XI, en 1933, para pedirle, “como hija del pueblo judío, que, por la gracia de Dios, desde hace once años es también hija de la Iglesia Católica”, que la Iglesia se pronunciara en contra de los crímenes que los nazis estaban llevando a cabo en Alemania, anticipando “que, a la larga, ese silencio de ninguna manera podrá obtener la paz con el actual régimen alemán. La lucha contra el catolicismo se llevará por un tiempo en silencio, y por ahora con formas menos brutales que contra el judaísmo, pero no será menos sistemática”.

Por considerarla un modelo de vida intelectual, de apertura al diálogo con otras corrientes de pensamiento e interreligioso (en su misma condición de judía y de católica), por su posición firme y comprometida en los debates y acontecimientos históricos de su época, por su espiritualidad profunda, la hemos elegido como Patrona de la Facultad de Humanidades, con el fin de proponerla como ejemplo, promover el estudio de su obra y difundir su pensamiento.