Una teórica cultural y periodista alemana, Mercedes Bunz, sostiene que una de las claves para abordar nuestra relación con las máquinas es el discernimiento. Esto implica ser conscientes, en todo momento, de que la tecnología no nos impone nada.
Nosotros seguimos al mando, con nuestra inteligencia, nuestra voluntad y libertad, nuestra imaginación, nuestra experiencia, nuestro conocimiento del contexto, nuestras ideas sobre el mundo, nuestros valores. Y no solo es necesario tener conciencia de esto por el uso que nosotros hacemos de la tecnología, sino también porque nos toca exigir tanto a los gobiernos, como a las entidades públicas y organizaciones privadas, que respeten nuestro deber y nuestro derecho de tener el control sobre la tecnología que se utiliza para gestionar nuestras vidas, nuestros países, nuestro mundo.
Para como vamos a nivel global respecto de las alianzas entre intereses económicos, políticos y tecnológicos en diversas áreas, nos va a corresponder, cada vez con más urgencia, como usuarios fijar los límites. Y esto no puede hacerse de modo individual, como dice el filósofo francés Eric Sadin: tenemos que ejercer este control de manera colectiva; al igual que con el problema del medio ambiente o con la misma pandemia que estamos sufriendo, las soluciones vienen si nos organizamos y actuamos entre todos.