Por José Arizábalo
¿Cuántas veces las cosas no salen como esperabas en el plano laboral, profesional, social o familiar? ¿Cuántas veces sentís que tenías todo para ganar pero algo te dejó fuera de combate? ¿Cuántas veces sentiste que tenías más para dar y te quedaste a mitad de camino?
Esto nos pasa a todos, en mayor o menor medida, pero la causa de estos fracasos suele pasar inadvertida.
La educación formal, en general, no destina tiempo ni esfuerzo suficiente a enseñarnos a comunicar, en ayudarnos a explorar nuestras potencialidades para lograr ser buenos en un campo que resulta central en nuestras vidas.
Así, salvo que tengamos el don natural de la comunicación, o nos preparemos específicamente en este verdadero arte, vamos por la vida intentando ser buenos en lo nuestro o relacionarnos socialmente con efectividad, sin saber que la madre de todos nuestros males suele ser nuestra incapacidad para comunicar efectivamente y causar en los otros la impresión deseada.
Es imposible NO COMUNICAR, por lo tanto es en vano intentar escapar o esconderse y no podemos delegar en nadie nuestra comunicación interpersonal. Siempre estamos mandando señales, aún cuando hacemos silencio: hablan nuestras palabras pero más dice nuestro cuerpo, y una postura errónea puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Pensá en si parte del empeño que pusiste en formarte profesionalmente lo pusieras en capacitarte para brillar como comunicador, si pudieras enfrentar y vencer tus miedos, ocupar tu espacio con solvencia para sentirte poderoso, lograr que los demás te entiendan y te sigan. Cuánto más pleno, seguro y feliz te sentirías, ¿no?
En estos tiempos, sólo es posible liderar comunicando con efectividad y esto se logra aprendiendo a escuchar, aprendiendo a leer las diferentes situaciones y a aplicar la respuesta indicada a cada momento, dominando nuestro lenguaje corporal.
Nunca subestimes el tema, recordá a aquel profesor del que pensabas que sabía mucho de su materia pero «no sabía explicar», pensá en todas las relaciones que hubieran sido mejores si hubiera habido «buena comunicación».
Cuando alguien tiene responsabilidades que le piden liderar un grupo de personas, o forma su empresa o negocio, o simplemente desea mejorar sus habilidades sociales, necesita explorar al máximo su potencial, recurriendo a todas las herramientas que le permitan ejercer ese liderazgo.
En lo más alto de esa lista de necesidades está, sin dudas, la de ser un buen comunicador.
Recordá que la comunicación corporativa de una empresa u organización
puede ser confiada a profesionales pero de tu comunicación interpersonal te podés ocupar solo vos, y de ella dependerá en buena medida el alcance de tus logros.
Cuando me preguntan por dónde empezar, mi respuesta suele ser: ¡haciendo algo!
Puede ser buscar ayuda profesional, asistir a cursos o buscar material bibliográfico o en internet, pero si entendés la importancia de explorar y mejorar tus habilidades de comunicación interpresonal, habrás dado el primer gran paso.