Se manifiesta un equilibrio entre quienes sostienen que el aumento era necesario y quienes creen que no. El 85% no está de acuerdo con la modalidad de su implementación.
Con el fin de indagar los comportamientos de los marplatenses en relación al consumo de agua, electricidad, gas y su opinión respecto al aumento de las tarifas de estos servicios, el Observatorio de la ciudad de la Universidad FASTA realizó un nuevo estudio dedicado a esta problemática actual.
Los encuestados
Para el estudio se encuestó a una muestra de 515 marplatenses. El 83% de los integrantes de la muestra pertenecen al segmento de edad comprendido entre los 21 y 65 años. El 90% tiene, como mínimo, nivel de educación secundario completo y ocupaciones diversas.
El estudio
En relación a la actual necesidad de incrementar las tarifas de agua, luz y gas, los datos muestran claramente una distribución absolutamente equilibrada entre quienes reconocen que el aumento era necesario y quienes creen que no.
Analizados los datos discriminándolos según ocupación, resulta que son los profesionales quienes en mayor proporción consideran que era necesario hacer un incremento en las tarifas. En cambio, los jubilados son quienes muestran un mayor desacuerdo al respecto. Según el grupo etáreo, el mayor porcentaje de quienes consideran que el incremento era necesario pertenecen al segmento entre 36 y 50 años; en referencia al sexo no se observan diferencias en las respuestas.
Al dar las razones que sostienen una u otra posición frente a la necesidad de aumentar o no el precio de los servicios, los motivos por los cuales se afirma que el incremento era necesario radican en el desfasaje de las tarifas y los montos bajos de las mismas. Mientras que los motivos por los que no se está de acuerdo se refieren a la inadecuación de los sueldos/jubilaciones para afrontar los pagos de las facturas.
Si bien el acuerdo con la necesidad de aumento en las tarifas se distribuye en forma homogénea entre quienes lo estiman necesario o no, no sucede lo mismo cuando se consulta acerca de la forma en que se hizo efectivo el aumento. En este punto el 85% de la muestra no está de acuerdo con la modalidad de su implementación.
Las razones que sostienen el acuerdo refieren a que “los grandes cambios no pueden ser progresivos”; “el gobierno actual necesita ese dinero lo más pronto posible y que es el cambio que se planteó” y “para que la gente se dé cuenta de las cosas”.
Las razones para el desacuerdo están relacionadas con expresiones como “Podría haber sido en forma progresiva, fue repentino”; “Fue muy apresurado y desproporcionado”; “No se tuvo en cuenta a los que menos tienen” y “El invierno es la época más dura y la gente la pasa mal con el frío y los aumentos”.
Comportamientos en relación a la luz, gas y agua
Además de la posición respecto de las tarifas, otro objetivo del trabajo fue caracterizar los comportamientos de los encuestados en relación a estos servicios. En este punto se advierte, que los cambios se producen en mayor porcentaje en relación a la luz, al gas y, luego al agua. Del análisis de los datos según sexo y rangos etáreos se mantiene lo expresado acerca del mayor cuidado que se da en relación al servicio de luz, y luego al gas y al agua. En todos los casos las mujeres manifiestan haber modificado sus comportamientos más que los varones pero la diferencia no es significativa.
En relación a todos los servicios, las prácticas modificadas se dan, en mayor medida, en los mayores de 65 y las modificaciones disminuyen en relación con la edad, salvo en el caso de la luz y el gas en los que se advierte que el segmento 36-50 tiene un comportamiento casi idéntico al de 51-65.
En relación al servicio de luz, los datos muestran los comportamientos y prácticas que más y menos se modificaron a partir de la situación actual, independientemente del porcentaje que ya lo hacía con anterioridad. Los mayores cambios que expresan los marplatenses apuntan a reducir el uso de la calefacción eléctrica (split, caloventor, placas) y apagar las luces cuando no está en el ambiente. En tanto, los menores cambios refieren a quitar el hielo al freezer para que consuma menos y abrir y cerrar menos veces la heladera.
Ahora bien, es muy interesante destacar que hay conductas que hoy aparecen como nuevas en relación con las prácticas anteriores, como es el uso del lavarropas con menos frecuencia (que sólo el 6% lo hacía antes y hoy lo hace el 36%) y también del microondas, cafetera o pava eléctrica (antes 5 % y hoy 30%). Los cambios parecen acrecentarse en las mujeres, pero estos cambios en el comportamiento de los varones eran previos al aumento de las tarifas.
En relación al gas, la conducta que aparece como nueva en relación con las prácticas anteriores, es haber bajado la potencia de la calefacción respecto del año pasado (antes 4% y hoy 50%). Al analizar la diferencia en los comportamientos según el sexo, en este caso no se advierten diferencias. Los mayores cambios refieren a bajar la potencia de la calefacción respecto al año pasado y evitar dejar hornallas y horno encendido inútilmente. Los menores cambios se relacionan a bajar la temperatura del calefón/termotanque cuando está en uso en lugar de regular la temperatura con agua fría, y apagar el calefón para que no consuma en piloto.
En referencia a los cambios de comportamientos en el consumo de agua, se observa en general que las conductas que se modifican están vinculadas también a otros servicios, como es el caso de reducir el tiempo de la ducha, realizar menos baños de inmersión, usar menos veces el lavarrropas. Atendiendo a que los encuestados manifiestan que con respecto al agua los cambios en el comportamiento fueron menores que en la luz o el gas, y que precisamente en estos dos últimos servicios los incrementos en las tarifas fueron mayores, se plantea la inquietud en la interpretación de los datos en cuanto a si estos cambios se relacionan más con el cuidado del agua en sí o también se dan asociados al otro servicio en el cual también se generaría un ahorro. El único comportamiento que está directamente relacionado a reducir el consumo de agua es el referido a la reducción del tiempo de riego, siempre que se asuma que este se realiza en forma manual y no automática.
Del análisis de la relación entre la modificación de sus comportamientos respecto a los servicios a partir del reciente incremento en las tarifas y la creencia en la posibilidad del cambio si no se hubiera dado dicho aumento, resulta que es alto el porcentaje de personas que no lo hubieran hecho si las tarifas no se hubieran incrementado. Aproximadamente la tercera parte de quienes modificaron sus comportamientos no lo hubieran hecho de no existir el incremento; casi un 20% duda si lo hubiera modificado.
Independientemente del sexo y la edad, al calificar cada encuestado su conducta anterior al aumento de las tarifas se destaca que sólo 1 de cada 10 expresa que cuidaba mucho mientras que el 40% aproximadamente dice que cuidaba poco /derrochaba.
Propuesta una serie de afirmaciones para que cada encuestado manifestara su grado de acuerdo según una escala de 0 a 10, la falta de cultura del ahorro de recursos es reconocida por la mayoría al ser la frase que logra el mayor acuerdo. Sin embargo, admiten conocer que cuidar los recursos beneficia la economía familiar y el medio ambiente. También hay alto grado de acuerdo respecto del carácter desmedido de los aumentos.