En el marco del día del periodista, conversamos con Mariano García, cronista, conductor en Telefé, columnista en radio y profesor en UFASTA.
Mariano García entabló una relación con los medios de comunicación desde muy joven. Estudió locución: su primer trabajo en blanco fue en Radio Brisas, en 1998, a los dieciocho. En paralelo comenzó un proyecto en Canal 8, “Un Sueño”, en el que participó hasta 2005. En 2007 saltó a Buenos Aires, con una oferta de trabajo en Radio 10. Luego comenzó su trayectoria en la televisión: en 2007 inició como movilero, y luego como conductor en el recién fundado C5N. Hacia 2009 pasó a Telefé, canal en el que trabaja desde entonces, actualmente como cronista y conductor en “Staff de Noticias”, y a la par de Rodolfo Barili y Cristina Pérez. Al mismo tiempo tiene una columna en Radio Brisas en el programa “Presente Continuo” junto al Decano de la Facultad de Periodismo y Comunicación, Fabrizio Zotta. “Soy un poco polifacético”, bromeó García.
“Esta profesión me ha permitido viajar a la Antártida, cruzar la cordillera, cubrir la visita del Papa a Asunción, ir a Chile, a Uruguay, a Bolivia, y cubrir un golpe de estado, que fue una experiencia impresionante. Me tuve que venir vía embajada por amenazas de muerte, por hacer preguntas en mi ejercicio profesional como periodista, que molestaron a los nuevos integrantes del poder”, rememoró el periodista, que tiene dedicado un episodio para ese suceso en su podcast “Anécdotas de Bolsillo”.
Mariano García no da por sentado su presente. Una analogía futbolera: comparó a Rodolfo Barili y Cristina Perez con Messi e Iniesta: “Siento que estoy jugando en el Barcelona de Guardiola”.
“Mi trabajo me ha permitido abrir un montón de caminos y me sigue permitiendo transitar un camino por el que siento vocación, que es el de contar historias y tratar de transformar la realidad para que haya justicia.”
— Hablando de “transformar la realidad”… ¿Se puede ser periodista sin interpretar la información? ¿Pensás que eso de ser “polifacético” termina siendo una necesidad del periodista frente a los nuevos creadores de contenido?
— De atrás para adelante: “polifacético” es sinónimo de “comunicador integral”. Comunicadores somos todos, desde el momento en que tenemos un celular que graba videos, saca fotos, que graba archivos de voz que podemos subir a nuestras redes sociales. Lo que nos queda a los periodistas en esa trinchera de resistencia es la formación: por eso es importante la combinación entre lo académico, el escritorio y el territorio. Osea, estar en la academia, siempre vinculado con el estudio; ser un periodista de escritorio, que te permite interpretar desde una lateralidad también lo que sucede en el territorio; y estar en el territorio.
En esta tercera punta del tridente aparece lo que posiblemente sea el capital más preciado para un periodista. Por eso García insistió en remarcar de qué se trata estar en el territorio. “En el territorio es donde está la materia prima. Es todo más de la piel, más térmico: sentís el olor del barrio, cómo viven esas personas, las mirás a los ojos. No te la cuenta nadie: la contás vos. Entonces necesariamente debe haber una interpretación de esa realidad que se transforma en noticia. Vos podés describir una noticia, por supuesto, pero después tiene que haber una interpretación porque de lo contrario somos máquinas”, reflexionó, mientras se acordaba de ChatGPT.
Entre las miles de guías sobre periodismo que circulan en google y las bibliotecas se encuentra el decálogo del periodista de Tomás Eloy Martínez. “El periodismo es un acto de servicio. Es ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, ser otro”, puede leerse en ese texto. Y mucho hay de esto en la forma de encarar el oficio que tiene García: “interpretar la realidad es meterse lo más que pueda uno en la historia del otro, en la piel del otro. Que el protagonismo siempre esté dado en la historia, no en uno. Tampoco una interpretación lacrimógena de los hechos, como diciendo ‘uh qué mal la pobreza…’, una falsa empatía. Hay que pensar que nosotros tenemos la obligación moral, ética de empujar a una transformación de eso que está viviendo el otro”, aseguró.
— Cuando se trata de contar una historia en televisión, sabiendo que del otro lado hay gente que se está enterando en ese momento, y que lo que digas queda ahí… ¿Cómo te preparás para salir en vivo? ¿Sentís la adrenalina de la primera vez?
— Adrenalina creo que es la palabra que puede llegar a resumir todo. Hay una práctica como de “domador de los nervios”, y de estar informado. Uno adquiere con la trayectoria cierto temple y tranquilidad. El ejercicio de contar una historia es como el ejercicio que uno hace en el gimnasio. Al principio duele y después te vas acostumbrando… Y después le vas poniendo un poco de peso, le cargás las mancuernas, las barras…
Entonces García rió cuando la analogía se volvió demasiado profunda, pero enseguida retomó su discurso. No se detuvo a analizarlo pero en la conversación –siempre con una metáfora a mano– iba poniendo en práctica ese mismo ejercicio de contar historias al que el periodista está acostumbrado. Darle color a una historia sin deformarla.
“Entiendo que lo mejor que puede tener una historia es que conmocione. Porque en definitiva uno entra a una historia como un abrazo. Entra, abraza a alguien y sale distinto de ese abrazo. Yo lo que trato de hacer con mis historias es eso, que la gente cuando me escuche sienta que algo cambió, que no sea una historia más. A veces se logra más, otras menos. A veces no se logra nada… Porque no todas tienen el mismo peso ni los mismos atributos dramáticos, independientemente de la capacidad del periodista para contar esa historia. Hay una mezcla de todo”, explicaba García del otro lado del teléfono. Mientras tanto, ya podían oírse silbidos de operadores de cámara, risas de chistes internos, ruido de pasillos. Un caos organizado. Un estudio que empieza a prepararse para salir al aire.
“Acá vivimos pensando cómo contar más y mejor. Es un ejercicio increíble”.
— Pensando en un mensaje para los estudiantes de periodismo, ¿qué consejo les darías a la hora de moverse en los medios? Hay ocasiones donde una historia que moralmente nos interesa y moviliza quizás choca con la línea editorial del medio…
— Yo suelo –desde hace mucho tiempo– tratar de pensar las noticias, las historias que contamos en función de dos rasgos: interés del ciudadano e interés de la audiencia. Nosotros tenemos un contrato con nuestra audiencia, tenemos que abordar los temas de interés de la audiencia. Ahora, cuando se conjuga el interés de la audiencia con el del ciudadano, vamos con todo. Y cuando es de interés de nuestra audiencia, enfocamos los temas en función de nuestra audiencia. Ahí tiene que aparecer la interpretación: es un trazo muy fino y cuidadoso.